IGNACIO, ALMA MATER DEL UNDERGROUND BURGALES
En esta ocasión, quería profundizar en las raíces del underground burgalés, y como no podía ser de otra manera, elegí a Ignacio para que me contara como fueron sus inicios en los 80.
Melómano, investigador, coleccionista incansable y auténtico apasionado de la música pueden ser los adjetivos que le definen, y que empezó a poner música cuando tan sólo tenía 13 años en “Menta y Salmón” en la Calle Madrid de Burgos. Allí se solía escuchar lo que venía de la movida madrileña como Derribos Arias y también la Creedence…era un bar en el que se hacían conciertos y también iban músicos después de los bolos, como cuando fueron Las Vulpes a hacer una visita al garito. Esto era el año 83 y un par de años después estuvo en el “Via Lactea”, en el que ya puso más garage revival de aquella época.
En el año 87 Ignacio abrió junto a otro socio el bar “La Calle”, sito en la Calle Pozo Seco, detrás del Palacio Castilfalé. Allí se empezó a escuchar música garage, cuando era algo desconocido aquí, más si cabe con la tradición burgalesa anclada aún en el pasado. Incluso llegó a convertirse en lugar de peregrinaje de gente de otras ciudades cercanas, sobre todo de Madrid, para disfrutar de la música que allí se podía escuchar.
Dos años después, en el 89, y con Carmen, abrieron el Contrapunto en la Calle Fernán González. Fue un auténtico boom aquel año, comenta la pareja que cuando abrían a las ocho de la tarde, ya había gente esperando ansiosa por entrar al garito. Se puede decir que fue un momento de explosión de la cultura underground en Burgos, había tribus urbanas bastante caracterizadas y los bares se convertían más que nunca en espacios donde poder encontrarse y gozar de ese espíritu rebelde de la juventud. Llegaron a celebrarse conciertos-vermú con bandas locales, como por ejemplo “Eléctrico Azul”.
El éxito fue creciendo e Ignacio iba cumpliendo uno de sus sueños desde que empezara en La Calle. Es cuando en el 91 abrieron las puertas del Fan Club, un bar mítico de la noche burgalesa. La decoración habla por sí sola, y es que el trabajo de Santiago Cartujo y Javier Romo todavía hoy le da mucha vida al bar, los mismos que poco a poco habían ido diseñando la del Contrapunto. Ni qué decir tienen, los espejos en los que todos en algún momento dado nos hemos contemplado en una mezcla de sorpresa y risas lisérgicas.
Por allí han pasado muchos camareros, gente habitual “del palo”. Ignacio siempre el encargado de pinchar música sixties, garage, psicodelia, punk, power pop,…y lo hace desde la cabina, uno de los lugares más curiosos del bar, no pasa desapercibida por las escaleras de acceso ni por el frontal enredado.
Unos años después, el círculo musical se iba a cerrar ya que en 2007 cogen las riendas del Estudio 27, en los bajos de El Plantío. Ignacio siempre había pensado en albergar en una sala a aquellos grupos con los que había soñado traer algún día. El primer concierto fue de una banda local “Romo y los pájaros”, y desde entonces ha albergado a grupos de todas las latitudes,. Hay que destacar que no trabajan con una o varias promotoras en concreto, sino que se mueven buscando los grupos que quieren traer independientemente quien los gestione.
Por citar algunos nombres…The Cynics, The Del Lords, The Jim Jones Revue, The Morlocks, Roy Loney, The Satelliters, Paul Collins Beat, Surfin Lungs, The Swingin Neckbreakers, The Flaming Sideburns, The Fuzztones, Dr. Explosion, Lüger, Loveland, The Ripe, The Cherry Boppers, The Fleshtones, The New Piccadillys, Barrence Whitfield and The Savages, The Dustaphonics, y muchos más. Al preguntarles por qué grupo habían luchado por traerles y al final conseguirlo, se quedaban con “The Seeds”, “The Lyres”, “Pierce Arrows” y “The Only Ones”, unos de sus grupos estrella durante toda la vida. No tienen ningún día en concreto de la semana para organizar los eventos, se amoldan al propio calendario de las giras de las bandas por lo que puedes ver un concierto un lunes o un martes por ejemplo.
Actualmente compaginan la gestión del Fan Club de jueves a sábado y el Estudio 27 en los días de concierto. Eso no quita para que tengan algún proyecto en mente, como es el celebrar conciertos en la calle, incluso en el formato jam session.
No me quiero imaginar a Burgos sin esta pareja y su oferta musical, y es que ponen a la ciudad en el mapa gracias a que traen a grupos legendarios de ayer y punteros de hoy. Los músicos se quedan entusiasmados con las casettes que aún sobreviven y que pincha Ignacio después de los conciertos, y que no pone al azar, sino sabiendo qué gustos pueden tener.
Es una pena que no se les valore el esfuerzo que hacen por la cultura musical en esta ciudad, los que nos gusta este submundo underground les pedimos que no abandonen y sigan ofreciendo mes a mes, noche tras noche ese anhelo que nos queda para sobrevivir y también olvidar el presente tan triste y oscuro que nos presenta la actualidad.
Gracias a Carmen e Ignacio por habernos documentado al respecto y esperamos vernos durante muchas noches disfrutando de la mejor música.